30.1.06

Integral El Naranco



La Integral y por razones obvias se quedó en "cachín".

A pesar de la nieve y el frío una docena de expedicionarios salimos de la Plaza de Cuatro Caños dispuestos a disfrutar de la abundante nieve caída en El Naranco.

Mucha nieve, mucho porteo bicicletero, poca bici pero "guay" y hasta pozos de nieve.

La mañana fue gratificante y permanecerán las imágenes de un Naranco insólito vestido de blanco.

Fotos

La mañana se presenta gris y fría. Dos grados bajo cero. Doce atrevidos salimos a la conquista del Naranco.
Llegamos a la altura de los depósitos de agua después de dejar atrás una helada y empinada carretera que nos hace echar pie a tierra varias veces.
Lo que contemplamos a continuación nos resulta impactante. Varios eucaliptos caídos en mitad del camino nos obliga a tener que sortearlos caminando. Al menos media docena de imponentes árboles impiden el paso y se llevan parte del tendido eléctrico.

Llegamos a las primeras estribaciones del camino. Nieve por todas partes y primer dilema. Subimos por Les Portilles o no. Kike, como jefe de ruta está decidido a afrontar el reto y decide que p´alante.

Al comienzo del camino un árbol nos impide el paso, pero Kike, empecinado, nos convence para continuar.El estrecho sendero, completamente cubierto de nieve, hace imposible ir encima de la bici, así que con ella del “ramal” subimos cada uno a su ritmo.
La ascensión nos proporciona unas asombrosas imágenes con la nieve de protagonista.
Las cámaras de fotos trabajan sin cesar mientras vamos engullendo el camino.
Nos reagrupamos al final de Les Portilles y Kike cae en una emboscada de bolas de nieve proporcionada por sus traicioneros compañeros de fatigas. Al llegar a la carretera de El Naranco, nos cruzamos con corredores que suben a pie en busca de la cima. El tramo de asfalto hasta el alto lo hacemos por encima de una ligera capa de nieve y hielo que no llega a impedir el rodaje.

El área recreativa es un inmenso manto níveo. Para nuestra sorpresa, César, el “jefe” de Asturcón, está esperándonos y pasa revista a la grupeta.

Nos acercamos hasta los pozos de nieve, que la mayoría desconoce.

La bajada al Pevidal de lo más emocionante. Más de una cuarta de nieve polvo rompiéndose bajo nuestras ruedas realza nuestro entusiasmo.

Al final de la carretera dejamos las bicis y subimos andando para contemplar los pozos de nieve. Aprovechamos también para dejar nuestra firma en un “cache” escondido allí.

Iniciamos el regreso pateando por la nieve hasta la altura de El Cristo. Algunos decidimos hacer la subida al trote para forzar un poco la máquina.

Ya en el alto y para finalizar, bajamos hasta La Corredoria por el camino maderero, con algunas caídas provocadas por el hielo y la nieve pero sin mayor trascendencia.